Devuélveme
lo poco que tenía,
mi Almita blanca,
te la llevaste.
Tú...
pescador de Almas,
me la robaste,
y en tu gran
bolso perfumado
la guardaste.
Dámela sí,
mira...
a ti,
la verdad,
sólo te sirve
para llevarla...
en tu gran
bolso perfumado.
Al de las Alas.